El Gran Devorador
Raíces históricas del antigitanismo
La persecución nazi
Los gitanos austriacos
Deportación y genocidio
Exclusividad de las víctimas
Bibliografía



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El Gran Devorador: de la exclusión social al Porrajmos
El Holocausto de los gitanos durante el Tercer Reich (1933-1945)


La nueva política antigitana: la persecución nazi

Con el comienzo del régimen nazi, la “normalidad” de las relaciones en la vida comunitaria fue sistemáticamente destruida. Basándose en su ideología racial, los gitanos fueron quedando fuera de la vida social y privados de sus derechos civiles, se redujeron sus medios de vida y, finalmente, se aplicaron políticas de deportación y exterminio.
La “Solución Final” basada en la raza se diferenciaba de las formas de radicalismo que se habían dado hasta entonces. Por tanto, no podemos caer en el tópico de la continuidad de la “política gitana” estatal. Por el contrario, el Holocausto de los gitanos debe ser considerado como un elemento fundamental en la historia común entre las minorías y las mayorías que se había desarrollado durante siglos, porque supuso una ruptura con las formas tradicionales de pensamiento y acción política. La discriminación y represión en los primeros años del régimen no fueron simplemente la continuación de la política tradicional: las leyes y regulaciones se hicieron más severas, y los recursos de las organizaciones de asistencia social fueron considerablemente recortados, para reforzar el aislamiento de esa comunidad y el control policial.

En las grandes ciudades como Berlín, Frankfurt y Düsseldorf, las condiciones de vida impuestas a los gitanos empeoraron notablemente, sobre todo por la aplicación de medidas destinadas a su centralización en campos improvisados. Algunos gitanos fueron esterilizados ya en 1933, después de la entrada en vigor de la “Ley para la prevención de la herencia genéticamente deficiente”, una medida que no fue aplicada a los judíos hasta mucho después.

La finalidad de aquellos que organizaron la eliminación política en el Estado nazi era la anulación completa de la minoría. La realización del exterminio de los gitanos sólo fue posible en el contexto de la ideología racial nazi, bajo el dominio totalitario y en la violencia que se desarrolló en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Pero antes de la “solución final del problema gitano”, la política de ostracismo siguió los cánones clásicos adoptados anteriormente: aislamiento, esterilización, reducción de la asistencia social, cuarentena económica, internamiento. Entre todas las categorías de víctimas de la Alemania nazi, sólo los gitanos y los judíos fueron individualizados para su aniquilación por motivos raciales, sólo ellos fueron señalados como amenazas a la pureza racial alemana, y sólo ellos fueron sometidos al conjunto de este proceso.

Cada una de las medidas adoptadas era justificada atacando a la República por su debilidad a la hora de tratar y solucionar la cuestión gitana. Para los gobiernos republicanos se había tratado, únicamente, de una cuestión criminal, mientras que el Nacionalsocialismo lo había convertido en una cuestión racial que amenazaba la existencia de la nación alemana.

El 30 de enero de 1933, el Presidente del Reich von Hindemburg nombró a Adolf Hitler Canciller del Reich. En pocos meses, los nazis habían destruido el Estado de Derecho republicano, eliminado los derechos fundamentales, los parlamentos federales y los partidos políticos. A la toma del poder político siguió la “igualación” cultural (Gleichschaltung): la libertad de opinión y los medios de comunicación fueron adaptados a la nueva ideología. El dominio nazi era total. Paso a paso, consiguió penetrar en todos los ámbitos del Estado para desarrollar sus metas ideológicas, mientras la red de organizaciones del Partido servía para el adoctrinamiento y control de la sociedad.

Aunque durante este período inicial la represión se centró en los enemigos políticos, también se produjeron desmanes dirigidos contra los judíos y gitanos, y comenzaron los internamientos en los primeros campos de concentración. Se ratificaron (o endurecieron) las regulaciones en vigor contra los gitanos, incrementando la estigmatización de un estereotipo basado en la subdivisión entre los gitanos nómadas y asentados. La política nazi de ostracismo institucionalizó esta subdivisión, convirtiéndola en la base para la exclusión de los nómadas de la comunidad, aunque fueron medidas que se procesaron lentamente.

La política gitana nazi fue, durante mucho tiempo, vacilante, una mezcla de las políticas tradicionales y medidas de “higiene racial” que llegaban hasta la esterilización. A partir de 1933, la policía comenzó a aplicar más rigurosamente la legislación contra aquellos que mantenían un estilo de vida considerado “gitano”. También se dieron los primeros movimientos para su exclusión de la vida pública, como se hizo con los judíos. El primer paso fue la eliminación de sus derechos de ciudadanía, que los convirtió en individuos sin ningún tipo de representación ante el Estado: quedaron fuera de cualquier ámbito normativo-legal, y su mismo derecho a la existencia fue puesto en cuestión (Deutsche Juristenzeitung vom 1. Dezember 1935, núm. 23, S. 1.391). No podían acudir a tiendas, cines, locales, teatros, salas de conciertos, etc.

El Estado movilizó agresivamente las técnicas de reconocimiento y registro, para aplicarlas a sus aspectos raciales, y aplicó la tecnología a la persecución y eliminación de los gitanos, una vez que se consideró que tenían sangre aliena. Por eso, la definición del concepto “gitano” era esencial para su persecución sistemática, mucho más complicada que en el caso de los judíos, porque aunque las autoridades tenían acceso a los archivos de las comunidades religiosas, los gitanos de esta zona habían sido cristianos durante siglos. El creciente número de instituciones del Estado y del Partido empleadas en la recolección de estos datos era extravagante: la Oficina de Política Racial del Partido inició un proyecto para compilar un registro completo de todos los judíos, gitanos, asociales y otros “extranjeros” raciales; en 1934, las iglesias protestantes de Berlín iniciaron un archivo genealógico para aprobar o rechazar la ascendencia aria; en 1935 y 1936, el Departamento de Salud del Reich inició un catálogo de personas genéticamente defectuosas, etc.

Las primeras referencias a la “solución definitiva” de la cuestión gitana, formulada explícitamente como una finalidad política concreta de la dirección de las SS, aparecen a finales de los años 1930 (BA, R 58/473, RdErl. d. RFSSuChDtP. im RmdI., btr.: Bekämpfung der Zigeunerplage, v. 8. Dez. 1938, S Kr.1, Nr. 557 VIII/38-2026-6). En 1938, una proclama del Partido Nazi señalaba que el “problema gitano” era, categóricamente, una “cuestión de raza”, y que debía ser encarado desde ese punto de vista. Los elementos básicos no sólo eran un racismo radical, sino moderno, relacionado estrechamente con la imagen del enemigo biológico interior, encarnado por el “gitano”. Para la formación de este nuevo racismo, la investigación racial, que cooperó estrechamente con el régimen, adoptó una función esencial, porque justificó el genocidio ideológico. El Departamento Superior de Seguridad del Reich (RSHA) asumió el liderazgo de este proceso, como organismo que definía y aplicaba las medidas policiales.

Las medidas de aislamiento fueron apoyadas por una sistemática campaña de propaganda, en la que se propugnaba la “eliminación de todos los gitanos”, basada en los estudios científicos y biológico-raciales. Por ejemplo, el periódico de las SS señalaba, en 1937 que “los alemanes tendrán que solucionar el problema gitano de alguna manera, porque no podemos tener entre nosotros un cuerpo extranjero que se convierta en un foco de infección” (Das schwarze Korps, 5. Juli 1937, pág. 12). La consideración de un aparte de la población como parásitos o enfermedades fue una técnica utilizada para deshumanizarlos y aislarlos. Estos términos fueron constantemente utilizados para referirse a los judíos y gitanos durante el Tercer Reich, en un esfuerzo para desensibilizar a la población hacia el cada vez más cruel tratamiento al que estaban siendo sometidos ambos grupos: después de todo, los parásitos y las enfermedades debían ser erradicados.

Las medidas de aislamiento, registro y deportación fueron llevadas a cabo gracias al Partido, las autoridades estatales y económicas, que fácilmente se habían puesto al servicio del régimen. Pero tuvo un mayor significado la colaboración de la investigación racial: médicos, antropólogos, biólogos, etc., que fundamentaron el genocidio y permitieron, mediante el registro sistemático de los gitanos, que se convirtiesen en objetivos específicos del régimen.