El Gran Devorador
Raíces históricas del antigitanismo
La persecución nazi
Los gitanos austriacos
Deportación y genocidio
Exclusividad de las víctimas
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El Gran Devorador: de la exclusión social al Porrajmos
El Holocausto de los gitanos durante el Tercer Reich (1933-1945)



El último estadio de la persecución: deportación y genocidio


Mientras la deportación de los gitanos alemanes hacia Polonia fue el resultado de una discusión a nivel nacional, el exterminio de los gitanos del Burgenland no se llevó a cabo por orden de Berlín, sino por una compleja interrelación entre presiones desde abajo y directrices desde arriba. Las instrucciones de Berlín sólo jugaron un papel subordinado. Pero eso no evitó la deportación y el exterminio. De los aproximadamente 11.000 gitanos que vivían en Austria antes de 1938, sólo una tercera parte sobrevivió, según los datos de víctimas corregidos de 1983.

En abril de 1940, la expulsión de los gitanos, preparada desde el comienzo de la guerra, comenzó a plasmarse en planes concretos. El 27 de abril, Heydrich estableció un decreto para el reasentamiento de los gitanos, que daba órdenes para comenzar el proceso, señalando que el primer transporte, de unas 2.500 personas debía partir a mediados de mayo, desde las zonas occidentales. Las oficinas de la Kripo de Hamburgo y Bremen debían incluir 1.000 gitanos; las de Colonia, Düsseldorf y Hannover otros 1.000, y Stuttgart y Frankfurt am Main unas 500 personas. Los gitanos y gitanos mixtos debían ser considerados según las clasificaciones preparadas en el decreto de octubre de 1939, y numerosos grupos fueron exentos de la deportación: embarazadas, ancianos, niños, miembros de matrimonios mixtos, familiares de miembros del Ejército, etc. Los seleccionados debían ser concentrados en campos, donde serían fotografiados y se les prepararía una cartilla de identidad. Las joyas, dinero y bienes superiores a 10 RM debían ser abandonados; al principio, las propiedades no fueron confiscadas pero, finalmente todas lo fueron, basándose en la ley de julio de 1933, que prescribía la confiscación de las propiedades de aquellas personas que estuviesen relacionadas con actividades hostiles al pueblo y el Estado. Toda la operación debía llevarse a cabo, tan pronto como estuviesen preparados los correspondientes transportes (IFZ Munich, Richtlinien für die Umsiedlung von Zigeunern (Erster Transport aus der westlichen und nordwestlichen Grenzzonen), Erlasssammlung Nr. 15). La deportación de mayo de 1940 fue el primer paso en el esquema para expulsar a los gitanos alemanes. En julio, la Policía Criminal estaba planeando un nuevo transporte al Gobierno General, y las oficinas de la Kripo recibieron el encargo de informar del número de gitanos en su jurisdicción. Sin embargo, en septiembre este plan más ambicioso había sido abandonado, porque la “solución final del problema gitano” fue retrasada hasta el final de la guerra. Asimismo, en agosto de 1941, la dirección policial informaba a las oficinas de la Kripo que, debido a la guerra en el Este, los transportes hacia el Gobierno General quedaban eliminados. Por tanto, el primer intento de expulsión de los 30.000 gitanos alemanes había finalizado con apenas 2.500 deportaciones.

A finales de 1941 se retomaron las deportaciones masivas. Inicialmente, parece que la intención era el traslado de más de 60.000 judíos desde Alemania y el Protectorado checo hacia el ya abarrotado ghetto de Lodz. Sin embargo, después de las protestas de las autoridades de la zona, el número fue reducido a 20.000 judíos y 5.000 gitanos. En octubre, los transportes de judíos comenzaron a llegar al ghetto, y el 5 de noviembre llegaba el primer transporte de gitanos austriacos: hasta el 9 de noviembre, 4.996 gitanos austriacos habían sido deportados a Lodz (1.130 hombres, 1.188 mujeres y 2.689 niños); según las propias estimaciones de la administración alemana del ghetto, sólo 1.925 personas estaban capacitadas para trabajar. La mayoría de ellos procedían del Burgenland (dos transportes del campo de Lackenbach) y el resto procedía de Fürstenfeld y Pinkafeld.

Los gitanos austriacos fueron distribuidos entre las casas del ghetto, separados de los habitantes judíos por alambradas, con unas condiciones sanitarias catastróficas. No está claro que la administración alemana tuviese algún plan claro sobre qué hacer con los gitanos o que hubiesen planeado la situación, y pronto estalló una epidemia de tifus en el campo. La administración judía recibió órdenes de proporcionar a los gitanos alimentos y cuidados médicos, pero después de pocos días, el número de muertos alcanzaba 213. A finales de diciembre, la epidemia se extendía a todo el ghetto gitano y había producido 613 muertes, incluyendo a un alto oficial alemán. Esta situación, probablemente, fue la que precipitó la decisión de acabar con el ghetto gitano y eliminar a los supervivientes, un procedimiento estándar en estas situaciones. A comienzos de enero de 1942, fueron trasladados al campo de exterminio de Chelmno, donde aproximadamente 4.400 gitanos de Lodz fueron asesinados. Ninguna de las 5.007 personas deportadas desde Austria sobrevivió a este período en el ghetto de Lodz.

Muchos de los aspectos relacionados con la muerte de los gitanos del Burgenland se mantienen inexplicados: la única información que tenemos procede de la crónica de los internos judíos. Casi nada se sabe del proceso de decisión que llevó a la deportación, en unos momentos en los que no se estaba planeando ningún tipo de acción similar. Parece que se produjo como respuesta a las presiones procedentes de las autoridades nazis austriacas, que durante mucho tiempo habían solicitado que el Burgenland quedase “libre de gitanos”, pero es improbable que en esta fase la deportación incluyese la idea del exterminio. Más bien, parece que la decisión de exterminio en Lodz se tomó a nivel local, como respuesta a la epidemia en el ghetto.

El Decreto de Auschwitz

Aunque no se ha encontrado ninguna copia del Decreto de Auschwitz del 16 de diciembre de 1942, parece que sólo consistía en una escueta orden de Himmler para la deportación de los gitanos mixtos, y que los detalles fueron elaborados posteriormente. El 29 de enero fueron distribuidos detalles sobre la deportación, y unas instrucciones enviadas por la dirección policial señalaban que los gitanos mixtos, gitanos y miembros de los clanes gitanos de los Balcanes debían ser seleccionados para “custodia preventiva” y enviados al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau (al recién creado “campo gitano”). Debían enviarse familias y clanes enteros, teniendo en cuenta el grado de sangre mezclada, aunque algunas categorías quedaban fuera del proceso. En conjunto, las instrucciones dejaban una gran libertad de acción a la hora de aplicar las excepciones a la deportación: en casos en los que no había consideraciones raciales, podían utilizarse criterios sociales, como el estilo de vida, para determinar el estatus racial; pero la proporción de personas exentas varió de región en región y, en general, fue reducido.

Los preparativos para la deportación a gran escala comenzaron poco después del decreto del 29 de enero. La información de que disponemos sobre la selección es muy escasa, aunque las autoridades locales intentaban deshacerse de tantos gitanos como les fuese posible. En muchos casos, la deportación de 1943 estuvo caracterizada por una considerable crueldad: no fueron excluidos ancianos o mujeres en avanzado estado de gestación; también los niños que se encontraban en instituciones benéficas debían quedar sujetos al proceso. Una orden del 26 de enero de 1943 del Ministerio del Interior señalaba que la cuestión gitana debía ser tratada como personas “hostiles al pueblo y al Estado” y, por tanto, sus bienes confiscados.

En la primavera de 1943, ocho transportes llevaron a un total de 2.348 gitanos austriacos a Auschwitz; otros dos transportes también contenían un gran número de austriacos, llegando a un total aproximado de unas 2.600 personas.

Para la primavera de 1944, la falta de cualquier tipo de instalaciones higiénicas en el campo de familias de Auschwitz ya había provocado más de 700 muertos. Las estimaciones señalan que el número máximo de personas en el campo fue de 22.696: casi dos terceras partes procedían de Austria y Alemania, más del 20% de Bohemia y Moravia, y apenas el 6% de Polonia. El 1 de junio, la cifra se había reducido a 6.500, después de diversas selecciones y traslados a otros campos de exterminio. Los 1.408 presos que en agosto aún eran capaces de trabajar fueron enviados a Buchenwald y Ravensbrück.

La historia y el destino de los gitanos en Auschwitz-Birkenau fueron paralelos a la creación y posterior destrucción del denominado Familienlager. El 2 de agosto de 1944, el campo gitano fue eliminado (aunque un intento anterior de las SS había sido evitado por la resistencia armada de los presos), para acoger a los judíos procedentes del ghetto de Theresienstadt. Entre el 2 y 3 de agosto, 2.897 hombres, mujeres y niños fueron enviados a las cámaras de gas de Auschwitz y exterminados. En el momento en que Auschwitz-Birkenau fue evacuado, 13.614 gitanos del Reich alemán habían muerto de malnutrición, enfermedades, malos tratos, experimentos médicos, etc., y 6.432 personas habían sido gaseadas; 32 habían sido asesinadas cuando intentaban escapar. Así, aproximadamente 20.000 de los 23.000 gitanos austriacos y alemanes deportados a Auschwitz habían sido asesinados.

El genocidio en las zonas ocupadas

Las autoridades nazis abrigaron también el objetivo de agrupar a todos los gitanos de los territorios ocupados y transportarlos hacia Alemania y Polonia, para realizar trabajos forzosos y, posteriormente, a los campos de concentración y exterminio. En las zonas ocupadas, el destino de los gitanos varió de país en país, dependiendo de las circunstancias locales. Por ejemplo, en los Estados Bálticos y la Unión Soviética, los Einsatzgruppen asesinaron a los gitanos del mismo modo que a los judíos o dirigentes comunistas; cientos de gitanos fueron fusilados junto a los judíos en Babi Yar, cerca de Kiev. Ante el Tribunal de Nürnberg, el jefe del Einsatzgruppen D, Otto Ohlendorf, justificó el asesinato de los gitanos, refiriéndose a sus actividades de espionaje y a su consideración semejante a los judíos.

Antes de la ocupación alemana, el gobierno de Holanda tenía políticas aplicadas contra personas que viajaban en caravanas, entre ellos los gitanos: los holandeses nómadas fueron denominados “gitanos”. En mayo de 1943, las autoridades de ocupación ordenaron que el “estilo de vida nómada” debía cesar: 1.500 caravanas fueron amontonadas en 247 campamentos mientras la policía holandesa, siguiendo órdenes alemanas, enviaba a 565 personas “de apariencia gitana” al campo de tránsito de Westerbork. Los “tipos asociales” fueron separados, y 245 gitanos fueron enviados a Auschwitz (sólo 16 mujeres y 10 hombres regresaron); se estima que el número de víctimas holandesas es de unas 500 personas.

Algunos meses antes de la ocupación alemana de Francia, los gitanos habían sido registrados por medio de tarjetas de identificación especiales y sometidos a vigilancia policial, al mismo tiempo que se creaban campos de trabajo para ellos. La zona ocupada de Alsacia-Lorena fue testigo de una oleada especialmente brutal de persecución de gitanos de la etnia Manouche. Tanto en el norte, en la Francia ocupada, como en el sur, bajo el gobierno de Vichy, fueron cazados e internados en campos de trabajo. El Ministro de Asuntos Judíos de Vichy, Xavier Vallat, fue responsable de los 30.000 gitanos internados. La mayoría fueron transportados a los campos de Buchenwald, Dachau y Ravensbrück, donde entre 16.000 y 18.000 murieron. El gobierno de Vichy llevó la colaboración hasta el punto de extender la persecución a Argelia, forzando a 700 gitanos a internarse en el ghetto de Maison-Carrée, cerca de Argel; Oran y Mostagenem también tuvieron centros de internamiento para gitanos. La colaboración francesa, en relación al trato dado a los gitanos, no ha sido discutida hasta ahora.

Los gitanos de la Italia fascista fueron transportados a las islas del Adriático y a Cerdeña, antes del comienzo de la guerra. También fueron reclutados para el ejército y enviados a Albania, donde sus familias los seguían “por su propia voluntad”. A partir de la ocupación alemana del Norte de Italia, en 1943, los gitanos fueron asesinados, trasladados a Alemania para llevar a cabo trabajos forzosos o deportados a campos de concentración. El número de víctimas se sitúa en un millar, a pesar de la protección que ofrecieron los militares y civiles italianos.

En Dinamarca y Finlandia, los gitanos no se vieron afectados por las medidas persecutorias, porque sus gobiernos rechazaron la cooperación con las autoridades de ocupación. Apenas unos centenares de gitanos que vivían en Noruega, unas pocas familias, fueron trasladadas a campos de concentración.

El número de gitanos víctimas del régimen nazi en la Europa oriental es aún difícil de señalar, provocando que continúe el debate. Oficialmente, 238.000 gitanos fueron asesinados en la Europa Oriental y los Balcanes, aunque no se tienen en cuenta las personas eliminadas por los Einsatzgruppen o las acciones de represalia, que incrementarían notablemente las cifras.

Casi todos los gitanos de Estonia y Lituania fueron asesinados; en la Letonia oriental murieron centenares en la zona de Ludza. En 1942, un tercio de los gitanos de Letonia (1.500-2.000) fueron masacrados por fuerzas nazis; se supone que sólo la mitad de la población gitana de Letonia sobrevivió.

Tras la ocupación de Checoslovaquia (los Sudetes, Bohemia y Moravia), muchas familias gitanas huyeron hacia Eslovaquia. Aquellos que se quedaron fueron enviados a uno de los dos campos creados en agosto de 1942: 6.000 fueron registrados, de los que apenas sobrevivieron; 3.500 fueron asesinados en Auschwitz. En la Eslovaquia fascista se inició una brutal represión, expulsando a los gitanos de sus pueblos y enviándolos a campos de trabajo, aunque sin una persecución sistemática. Sin embargo, los prógroms de los fascistas locales provocaron más de 3.000 muertos.

En Hungría, el asesinato de los gitanos comenzó, como en el caso de los judíos, después de la ocupación alemana, en mayo de 1944. Unidades húngaras y alemanas deportaron a 31.000 gitanos, de los que sólo unos 3.000 sobrevivieron.

El gobierno fascista de Antonescu en Rumanía restringió sus actividades antigitanas a la expulsión de las zonas de Bessarabia (zona oriental de Ucrania) ocupadas por las tropas rumanas. En las publicaciones fascistas se mantenía que la “cuestión gitana” era tan importante como la “cuestión judía”. Después de la guerra, una comisión de investigación determinó que más de 36.000 gitanos murieron como resultado de las acciones rumanas en Bessarabia.

La persecución más importante se produjo en Croacia, bajo el dominio de los fascistas de la Ustascha. Uno de los campos gitanos más importantes fue el de Jasenovac, donde más de 24.000 serbios, judíos y gitanos, fueron internados. De los 28.000 gitanos que había antes de la guerra, sólo unos pocos sobrevivieron a las masacres de la Ustascha. Tras la ocupación de Serbia, las autoridades militares ordenaron que todos los gitanos serbios se registrasen y llevasen brazaletes, para mostrar lo que eran. En las calles y los negocios había carteles que señalaban “prohibidos judíos y gitanos”. El 30 de mayo de 1941, el comandante alemán de la zona publicaba una orden en la que se señalaba que “los gitanos deben ser tratados como judíos”. A menudo, como represalia por los ataques de los partisanos, los judíos y gitanos internados eran fusilados. También se utilizaron cámaras de gas móviles, especialmente transportadas desde Alemania al campo de concentración serbio de Zemun, donde fueron utilizadas con mujeres y niños gitanos. A finales de 1941, las unidades especiales del Ejército alemán asesinaron a casi toda la población adulta de gitanos.

En Macedonia y Kosovo, habitadas por albaneses, la política de exterminio no fue aplicada contra los gitanos musulmanes, por la intervención de los líderes de esa religión. Macedonia fue ocupada por tropas búlgaras aliadas con el Tercer Reich, pero como en Bulgaria misma, no hubo gran interés en aplicar las políticas raciales, por lo que los gitanos y los judíos permanecieron relativamente tranquilos.

Parece que la persecución de los gitanos en la Grecia ocupada también pudo ser evitada, a pesar de que el conjunto de la población judía de Tesalónica fue deportada a campos de exterminio.

En Polonia, en zonas como Varsovia y Ostro-Masowiecki, los gitanos fueron internados en ghettos, desde 1942. Muchas comunidades cayeron víctimas de masacres perpetradas por fascistas polacos y ucranianos: entre 3.000 y 4.000 gitanos fueron fusilados sólo en Bolina. Otros grupos fueron deportados a Auschwitz, Bergen-Belsen, Chelmno, Majdanek y Treblinka. La aniquilación de los gitanos polacos, concentrados mayoritariamente en ghettos, comenzó en septiembre de 1944, y se estima que el número de víctimas está alrededor de 35.000 personas.

Las cifras del Porrajmos gitano


Determinar el porcentaje de gitanos que murió en el Holocausto no es fácil, por diversos motivos. La mayor parte de la documentación aún permanece sin analizar, porque casi todas las investigaciones sobre las políticas raciales nacionalsocialistas se han centrado en las víctimas judías. Muchos asesinatos no fueron registrados, porque se realizaron in situ, en los bosques en los que los gitanos eran arrestados. Tampoco hay cifras exactas de la población gitana antes de la guerra, aunque el censo alemán de 1939 la estimaba aproximadamente en dos millones de personas en Europa. Los estudios señalan estimaciones de muertos en el genocidio gitano que van de 220.000 a 500.000 personas.

En 1939, unas 35.000 personas denominadas “gitanos” vivían en Alemania y Austria. La población total que quedó bajo control nazi en los países ocupados y el Gran Reich alemán es incierta, pero algunos estudios señalan una cifra estimada de 942.000 personas. Las últimas estimaciones (1997) del Instituto de Investigación del Memorial del Holocausto de los Estados Unidos señalan que el número de gitanos que murieron entre 1933 y 1945 no puede establecerse con seguridad, pero que están “entre medio y un millón y medio”. La mayoría de los historiadores han considerado como la cifra más aceptable la de 1.075.000 gitanos que vivían en Europa antes de la guerra, y concluyen que sus pérdidas se pueden situar entre 220.000 y 500.000. Podemos apreciar esas diferencias en los siguientes ejemplos:
- En 1972, Donald Kenrick y Grattan Puxon estimaban el número total de romaníes víctimas del Holocausto en 219.700, de una población anterior a la guerra de 936.000 personas. En 1995, estos mismos dos autores bajaban esas estimaciones a 196.000 personas.
- Gabrielle Tyrnauer estima unas cifras de entre 400.000 y 500.000 muertos, entre una población total de 885.000 personas.
- Ian Hancock señala que en 1945, entre 500.000 y 1.500.000 gitanos, aproximadamente la mitad de todos los que estaban bajo control nazi, habían muerto en la Porrajmos.
- Philip Friedman también aporta unas cifras similares a las de G. Tyrnauer.
- En 1953, Rudiger Vossen calculaba en 275.000 muertos romaníes, de una población estimada de 947.500 personas en 1939.
- Henry R. Huttenbach señala en sus investigaciones, a partir de unas cifras de preguerra muy elevadas, que las pérdidas entre la población romaní podrían situarse entre 1 y 4 millones de personas.
- Michael Zimmermann calcula unas 90.000-100.000 personas, pero no incluye todos los países ocupados por los nazis o las potencias del Eje.

Posiblemente, la estimación más acertada sobre la mortalidad gitana durante el período nazi es la ofrecida por Sybil Milton, que realiza un análisis país por país (MILTON, Sybil, “The Holocaust: The Gypsies”, en PARSONS, W.S., CHAMY, I., TOTTEN, S. (edit.), Genocide in the Twentieth Century: An anthology of critical essays and oral history, New Cork, 1995, págs. 209-264. MILTON, Sybil, “Zigeunerlager nach 1933”, en Vierteljahreshefte für Zeitgeschichte, 1995, vol. 1, págs. 115-130). Milton considera un total de 210.700 gitanos muertos, y enfatiza que se trata de una estimación mínima absoluta que no incluye, entre otras estadísticas, los asesinatos no informados por los Einsatzgruppen, los muertos en los centros de eutanasia y los asesinados en Rumania, Yugoslavia, la Unión Soviética y Grecia durante la ocupación alemana o del Eje. Milton concluye que basándose en los actuales conocimientos y evidencias históricas, al menos 220.000 gitanos fueron asesinados en el Holocausto y que esa cifra, probablemente, es mayor, cercana a los 500.000 muertos. Milton introduce también una temática muy importante, cuando señala que todas las estadísticas de mortalidad de todas las víctimas del Nacionalsocialismo están sujetas a una serie de restricciones:
- No todas las víctimas fueron registradas, incluyendo muchos miles que fueron asesinadas inmediatamente después de llegar a los campos de exterminio.
- Muchos archivos se perdieron o destruyeron. Los archivos que se conservan sólo contienen información fragmentaria.
- Los datos sobre arrestos y transportes a campos de concentración de víctimas no judías a menudo contienen errores.
- Los diferentes investigadores utilizan diferentes bases de datos, diferentes fronteras nacionales, etc., cuando computan las estadísticas de población y mortalidad, llegando a diferentes conclusiones. Las cifras de víctimas de un país determinado a menudo incluyen no sólo a sus ciudadanos, sino también a residentes legales e ilegales y refugiados apátridas.

La cifra de gitanos austriacos asesinados es también muy difícil de concretar. El principal problema con el que nos enfrentamos es la definición: los gitanos no constituían una categoría única en los campos de concentración, y durante las grandes acciones de detención, especialmente en 1938-1939, muchos fueron considerados como “asociales” al ser internados. Aunque aún se requieren posteriores investigaciones, parece cierto que al menos 9.000 gitanos austriacos fueron asesinados, de una población total aproximada de unas 11.000 personas.

La discusión sobre el número de gitanos que murieron durante el Holocausto es un debate que aún se mantiene abierto en todos sus ámbitos, y que ha dividido a los historiadores, según la importancia de las cifras que han presentado. Pero, se acepten las cifras que se acepten, lo que sí es cierto es que el número de muertos fue suficientemente grande como para fracturar la sociedad gitana y mantenerla en su marginación. Incapaz de conseguir fuerza suficiente para hablar por sí misma, la raza gitana parece haberse enfrentado al olvido de la historia.

La comparación de las cifras de víctimas ha proporcionado un pretexto para las consideraciones de “exclusividad” de las víctimas del Holocausto. Selma Steinmetz, por ejemplo, señala que “los gitanos asesinados en campos de concentración y en ejecuciones masivas en Polonia, Yugoslavia y la URSS, o asesinados en las cámaras de gas de Auschwitz, permanecen en la sombra de los seis millones de judíos muertos; frente a estos enormes sufrimientos humanos, los números deciden” (STEINMETZ, Selma, „Zigeuner“, en DÖW (Hg.), Widerstand und Verfolgung in Wien. Eine Dokumentation, 3 Bde., DÖW, Viena, 1975, págs. 352-360). Actualmente se considera que los porcentajes totales de pérdidas tanto para la población judía como para la gitana son similares, sobre un 80%, según las cifras que proporcionó Simon Wiesenthal. Por su parte, Heinz Heder introdujo una cuestión clave sobre el tema, al señalar que muy pocas personas en Europa o Estados Unidos sabían que los gitanos de Europa fueron asesinados en esas proporciones (HEGER, Heinz, Die Männer mit dem rosa Winkel, Merlin-Verlag, Gifkendorf, 2001, pág. 9).

En Hungría, Rumanía, Rusia y Eslovaquia murieron entre 30.000 y 35.000 gitanos; en Serbia y Croacia, unos 90.000. Aproximadamente 20.000 gitanos de la Europa occidental, sobre todo procedentes de Francia, Holanda y Bélgica, fueron deportados a los campos de exterminio de Polonia. De los aproximadamente 11.000 gitanos austriacos, murieron el 80%; sólo entre 600-700 gitanos del Burgenland sobrevivieron al Holocausto.