  
            
            
                
                
                
                
                
                
                
                
                
                
                
               
               
               
               
               
         
          
          
         
  | 
          | 
        Los               memoriales y la conmemoración en Austria
    Desde el punto de vista del desarrollo de la memoria histórica,                         Austria y Alemania deben ser consideradas dentro de un mismo                         bloque, no porque estén entrelazadas, sino porque                         mantienen cierto tipo de tradiciones culturales y memorias                         históricas comunes, y son más las cosas que                         las unen que no que las separan. Pero al pasar desde Alemania                         a Austria, pasamos de una cultura memorial auto-consciente                         a una que se distingue principalmente por su ambivalencia                         hacia el pasado reciente. Austria no ha acabado de asumir                         el papel que desarrolló durante el período                         nazi, y se aferra aún a la idea de la “Austria                         resistente”. 
       
Aunque                         tradicionalmente se han presentado como la primera víctima                         de Hitler, los austriacos nunca tuvieron la audacia de formalizar                         este claro mito de auto-salvación en un memorial                         duradero. Pero, debido a la poca población judía                         que quedó en Austria, nunca ha habido muchas presiones                         para memoralizar el papel del país en el genocidio. 
 
Esta                         situación fue abiertamente animada como parte del                         acuerdo Aliado durante la guerra: en 1943, Austria aceptó                         tranquilamente el manto del martirio como suyo propio, al                         ser considerada como la “primera víctima”                         del Tercer Reich. Para asegurar la neutralidad austriaca                         en la Guerra Fría, ni los americanos ni los soviéticos                         querían convertirla en un enemigo beligerante. En                         1955, el Tratado de Estado absolvía a Austria de                         cualquier responsabilidad por la guerra, un elemento que                         adquirió gran importancia, hasta que se convirtió                         en uno de los mitos fundacionales de la nación. 
 
Debido                         a que nunca tuvo que enfrentarse a su pasado, la desaparición                         de los signos de la ascensión de Hitler, junto a                         los escombros de la guerra, no fue acompañada por                         la búsqueda de un “alma nacional” que                         sí podemos encontrar en Alemania. Austria parece                         haber asumido sólo los aspectos más dudosos                         de las dos memorias alemanas: como la RFA se concentra principalmente                         en la reconstrucción y en las pérdidas propias,                         cerrando todos los lazos con el pasado nazi; y como la RDA,                         la posición oficial de que eran la primera víctima                         de Hitler y que había jugado un papel activo en la                         resistencia contra Hitler, liberaba a los austriacos de                         los crímenes cometidos durante la guerra. 
 
Casi                         inmediatamente después de la guerra, Austria fue                         proclamada “liberada” del dominio nazi, y comenzó                         un proceso de desnazificación a gran escala, tanto                         en los ámbitos culturales como en los topográficos.                         Los símbolos en las calles nazificadas fueron eliminados,                         los nombres fueron cambiados por los de héroes de                         los Habsburgo. Las calles de Viena, reconstruidas después                         de los bombardeos, fueron purgadas de memoria, para evitar                         los rastros de la presencia de la humillación pública                         de los judíos después del Anschluss de 1938. 
 
Quedaron                         pocos signos reveladores de todo el proceso, a excepción                         de los monumentales espacios del antiguo campo de concentración                         de Mauthausen y algunos memoriales erigidos por las comunidades                         judías a lo largo del país. Parece que, en                         parte debido a la confusión generada por la memoria                         oficial y en parte a causa del rechazo a enfrentarse con                         el pasado, los austriacos se han mostrado mucho más                         contenidos que los alemanes a la hora de hacer el trabajo                         memorial, igual que se han resistido a los intentos de forzar                         la memoria procedentes del exterior. 
 
Como                         en el caso de la antigua República Federal alemana,                         las representaciones que aparecen en los memoriales austriacos                         se centraron, hasta mediados de los años 1980, en                         la persecución nazi y la resistencia llevada a cabo                         contra el Tercer Reich. Pero, poco a poco, comenzó                         a infiltrase en la conciencia pública la conexión                         de determinados grupos de víctimas que, hasta aquellos                         momentos, se habían mantenido en segundo plano e,                         incluso, en el olvido. 
 
En                         algunos casos, como en el “Monumento contra la guerra                         y el fascismo” o el “Memorial por las víctimas                         de la tiranía nacionalsocialista” (en el antiguo                         cuartel general de la Gestapo vienesa) la conmemoración                         se ha centrado especialmente en las víctimas políticas                         o en los resistentes contra el régimen. No fue hasta                         una etapa posterior que comenzaron a aparecer los memoriales                         que recordaban a las víctimas “raciales”                         del Nacionalsocialismo, como en el caso del “Memorial                         de la Shoah” en la Judenplatz. Sin embargo, estos                         memoriales siempre han tenido un componente polémico,                         sobre todo cuando se ha intentado relacionarlos con otros                         aspectos referentes a la guerra. 
 
En                         el caso austriaco podríamos preguntarnos porqué                         se tardaron tantos años para crear cualquier forma                         de monumento, y si fue un gesto para mantener su memoria                         histórica o un aspecto relacionado con la conciencia                     culpable. 
       
                |